viernes, 21 de marzo de 2014

La poesía tiene sus días

 
Pocas cosas hay en el mundo menos poéticas que la Proclamación de la Unesco del 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía; claro que también Keats dijo aquello de que el poeta es el menos poético de los seres, aserto que se corrobora por la observación empírica en diversas ocaciones, empezando por la existencia de uno mismo.

No pidamos exquisiteces a los burócratas; por muy bienintencionados que parezcan siempre exhalan ese intestino aburrimiento por la vida, esa halitosis de tareas y plazos con que se desayunan, temprano y sin sonrisa.

Lo realmente curioso son las razones que aduce el culto organismo (no llevar la alegoría corporal hasta aquí) para tal fasto. Se valora de la poesía principalmente su dimensión estética, y lo que luce en los recitales: "poetry evenings with readings by the poets themselves". Vamos, que es como cuando vas al zoo, te acercas a la jaula y te garantizan que el mismísimo león está dentro y hasta ruge.

Los poetas, por otra parte, parecen estar censados o ser objeto de estadística, pues se afirma ahí con muchísima rotundidad que es observable "a proliferation of poetic activities in the various Member States and an increase in the number of poets" (que tome nota el CIS). 

Y ¿qué decir de esos jóvenes que deben usar la poesía "to return to their roots, and a means whereby they can look into themselves" (disculpad que esté usando la versión inglesa pero la traducción española es ilegible)? Sí, más vale que los pobres encuentren un medio de mirarse (y hasta refugiarse) dentro, no vaya a ser que vean la que está cayendo fuera.

En el documento no lo dice, pero mucho me temo que la elección del 21 de marzo como día poético mundial se debe a que coincide con la entrada de la primavera, y la poesía ¡ha garrulado tanto sobre la estación florida en que el mentido robador de Europa... (no, no me refiero al BCE, FMI y demás escualos financieros)!

En cuanto a las acciones en favor de la poesía están muy bien todas y ojalá se cumplieran, sobre todo las de animar la pequeña edición y la mayor presencia de la poesía en el currículo escolar, pero, por favor, señores de la Unesco, no "encourage the award of poetry prizes", que bastante tenemos con lo que tenemos.

Lo que no se recoge por ninguna parte en esta jugosa proclamación, ni aparecerá en muchas declaraciones, recitales, actos y vodeviles que se desarrollarán este día a lo largo y ancho de nuestro prosaico mundo es que la poesía habla básicamente sobre la dignidad humana, hoy tan vapuleada y a la que yo sepa ninguna oficialidad le ha dedicado un día... ¡qué digo un dia: ni un minuto!

Lo de la dignidad lo tenía bien claro José Martí:

                                 Mi verso es como un puñal
                                 que por el puño, echa flor.
                                 Mi verso es un surtidor
                                 que da un agua de coral.

                                 Mi verso es de un verde claro
                                 y de un carmín encendido.
                                 Mi verso es un ciervo herido
                                 que busca en el monte amparo.

                                 ¡Penas! ¿Quién osa decir
                                 que tengo yo penas? Luego,
                                 después del rayo, y del fuego,
                                 tendré tiempo de sufrir.

                                 Yo sé de un pesar profundo
                                 entre las penas sin nombres:
                                 ¡la esclavitud de los hombres
                                 es la gran pena del mundo!

                                 ¡Hay montes, y hay que subir
                                 los montes altos: ¡después
                                 veremos, alma, quién es
                                 quien te me ha puesto al morir!

                                                            José Martí



2 comentarios:

  1. Lo de Pablo Milanés no sé si perdonártelo... El resto... es palabra de ley. Quelle horreur!

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    1. Es una vieja debilidad mía lo de Milanés... qué le vamos a hacer

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