domingo, 2 de marzo de 2014

Otros fríos, de Ambrosio Gallego


Con Otros fríos, Ambrosio Gallego ganó en 2012 el Premio de poesía "Ángel González", convocado por primera vez por el Ayuntamiento de Páramo del Sil (León). Este barcelonés, nacido en la provincia de Badajoz, contaba ya con una obra no muy extensa pero consolidada, en la que destacan los libros de poemas Casa con humo (1996, en edición no venal), Que no haya olvido (ediciones Carena 1997), Llueve en paz (Beturia ediciones, 2005), El imperio de las luces (Diputación de Guadalajara 2005, Premio Provincia de Guadalajara); Con breves ojos ganó en 2010 el VII premio de poesía “César Simón”, promovido por la Universidad de Valencia, y fue publicado por la editorial Denes. 

Otros fríos engancha al lector desde la portada, pues tiene uno de esos títulos que en dos palabras lo dicen todo, o lo dejan todo por decir, como cada cual prefiera. ¿Qué fríos se dan por conocidos por el lector para que el poemario se dedique a los “otros”? ¿Y cuáles son esos otros? ¿Y por qué “frío”, siendo un sustantivo de sustancia, se pluraliza? La poesía convierte la frialdad abstracta en objetos y situaciones concretas, la acerca a nuestros sentidos, la palpamos al pronunciar las sílabas del verso. El lector reconocerá en los poemas momentos de su vida cotidiana para los que la deshumanización de nuestra sociedad y su saturación mediática nos ha hecho fríos ("Y no sabría decirle qué programa, qué imagen / me durmió la piel de gallina"). Solo la mirada verbal del poeta presta conciencia y calor a todas estas verdades marginadas. 

El carácter nocturno del volumen (la mayoría de los poemas  transcurren en la noche o en los “días subterráneos”, con brillante metáfora), con sus ámbitos románticos (aunque de ambientación moderna), su tanteo entre ruinas, la cercanía de la muerte, lo a punto de quedar fuera de la luz, la oscuridad ya no fría porque sin sentido, todo ello debe de formar esos otros fríos de la exclusión y de la palabra que no acaba de decirse porque tiene que ser extraída del poema como un tesoro de las entrañas de la tierra. Los fríos, entonces, primeros y elementales, los que se dan por supuestos en el título, serán las intemperies del día, los hielos de la luz, los afilados témpanos de la existencia, aquellos de los que “el tiempo no nos cura”. Decir ese escalofrío cotidiano con voz firme y clara, ese es el gran hallazgo del libro.

Como muy bien ve Miguel Ángel Curiel en un hermoso y certero prólogo,

"Otros fríos es un libro bello y auténtico, donde cualquier lector podría encontrar un equilibrio entre experiencia y lenguaje. Apenas hay literatura, hay vida, deseo de escribirla. La propia vida y sus tempestades de terciopelo. Había que hacer entonces nudos en el aire. Un libro bello que se nutre de las miserias con las que hacemos nuestro propio compost vital. El poeta aclara con la mano el mensaje del agua, y escribe más despacio que vive. Entonces sus palabras o poemas son la estela, la línea que debemos seguir".

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